Durante mucho tiempo arqueólogos e investigadores de diversas disciplinas de todo el mundo vivieron con u gran enigma que recaía sobre la apariencia de una momia que posee un extraño gesto con su boca abierta, el cual fue considerado como un grito de dolor.
Desde su descubrimiento en el escondrijo de Deir el-Bahari en 1881, los investigadores quedaron bastantes admirados por su extraña apariencia, la cual fue denominada en un principio como “individuo E”, pero informalmente “la momia que grita” debido a su extraña apariencia de dolor manifestado en la forma como tiene su rostro.
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Durante el año 2018, décadas después de su descubrimiento, los investigadores la vincularon con la identificación de su descendencia gracias a análisis de ADN que fueron comparados con los del faraón Ramsés III, determinando que se trataba de un miembro de la realeza, el cual fue confundido con los restos del príncipe Pentaur o el príncipe maldito, uno de los hijos de Ramsés III que se vio involucrado en una conspiración; por lo cual se creía que los restos momificados podían expresar el dolor que pudo sufrir este príncipe debido a una muerte muy dolorosa.
Sin embargo, los investigadores han desvelado que no se trataba del príncipe Pentaur o el príncipe maldito, se trata de un miembro de la realeza, pero de una princesa; una figura femenina muy alejada de las sospechas de los arqueólogos e investigadores de otras disciplinas.
Los investigadores revelaron que la estremecedora expresión del rostro de la momia de 3000 años de antigüedad que esta como si gritara de angustia, se trata de una princesa que murió de un ataque cardíaco repentino. Por lo cual, la estremecedora expresión en su rostro.
La mujer, después de su muerte fue embalsamada cuando ya había desarrollado el rigor mortis, por lo cual sobresale de otras por más razones que su boca abierta como si estuviera gritando, también posee las piernas cruzadas y la cabeza inclinada hacia la derecha; algo que hizo en un principio sospechar a los investigadores de que murió atado de los pies en una posible tortura.
Los investigadores suponen que los embalsamadores probablemente momificaron el cuerpo contraído de ‘la mujer que grita’ antes de que se descompusiera o se relajara, por lo cual posee esta expresión.