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Foto ilustrativa de un camaleón tomada en Madagascar. Créditos: © Johan Le Bail, Flickr.
Cambiar de color ya es por si sola una increíble habilidad que poseen pocos reptiles en la tierra, pero vivir una vida efímera, es aún más sorprendente e increíble de imaginar. Pero así es la vida de los camaleones de Labord.
Los camaleones de Labord, son una especie de reptiles perteneciente a la familia Chamaeleonidae que solo habitan en el oeste de la isla de Madagascar y poseen la increíble y fantástica habilidad de cambiar de color.
Son animales que enfrentan ambientes hostiles en el Oeste de Madagascar, en donde se alimentan de Grillos, moscas, langostas, saltamontes e insectos palo; por lo cual han desarrollado una vida efímera para hacer frente al hostil ambiente al que se enfrentan.
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“Viven rápido y mueren jóvenes”.
Esta es quizás la característica más increíble que posee este animal, los investigadores han determinado a través de estudios que los camaleones de Labord, tienen el récord de vida más corta de todos los tetrápodos: nacen, crecen, se aparean y mueren en tan solo cuatro o cinco meses.
Esta vida efímera que es inferior al periodo de su incubación se puede deber a varios motivos adaptativos de supervivencia en el ahorro de recursos propios de la especie y del ambiente en donde viven estos animales.
Estos reptiles pasan más tiempo desarrollándose dentro de sus huevos que fuera de ellos. Durante unos ocho o nueve meses, los embriones descansan bajo el suelo del bosque, preparándose para su corta y efímera vida en la superficie.
Al nacer, los camaleones de Labord crecen rápidamente hasta alcanzar las 3,5 pulgadas (9 centímetros) de largo, alcanzando su madures sexual a los 2 meses de edad, tiempo en el cual los machos comienza su agresiva vida reproductiva en el mes de enero, durante la estación húmeda, luchando ferozmente por la oportunidad de reproducirse para luego morir poco después. Al mismo tiempo, las hembras dedican toda su energía a producir huevos en este periodo, los cuales ponen en el mes de febrero, para morir después de este acto.
La corta y efímera vida que se disuelve como una silueta después del acto de reproducción es recompensada con una alta tasa de reproducción debido a que cada hembra pone hasta 11 huevos que estarán en incubación durante ocho a nueve meses bajo el suelo.
Paradójicamente esto indica que, durante dos tercios del año, toda la especie existe en huevos incubándose enterrados bajo tierra, ahorrando recursos del entorno hostil donde viven.