Al rededor del mundo, la celebración de la semana santa está rodeada de costumbres y mitos que pueden resultar bastantes extraños e increíbles.
Dentro de las costumbres más comunes tenemos, la visita de las iglesias y la procesión de los santos y los peregrinajes.
Sin embargo, también tenemos una serie de mitos que generan prohibiciones de algunas actividades como les explicaremos a continuación:
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Prohibido tener relaciones sexuales.
Uno de los mitos más populares de la semana santa contado por nuestros abuelos es la “Prohibición de tener relaciones sexuales”. ¡Si! Es sumamente prohibido según nuestros abuelos debido a que al tener relaciones sexuales en este periodo se puede contar con la mala suerte de quedar como los perros, es decir, pegados.
Los abuelos eran muy celosos durante esta semana frente al sexo. Pensaban que durante esta semana cuando un hombre introduce su miembro dentro de la vagina de una mujer esta se pagara a la piel del órgano de la mujer y quedaran pegados hasta nueva orden.
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No comer carne.
Otra de las prohibiciones es la de “No comer carne”. Se cree que en esta fecha no se puede comer carne debido a que esta podría sangrar ya que la piel de Jesús fue herida y golpeada hasta sangrar numerosas ocasiones.
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No bañarse en los ríos (Convertirse en sirena).
Bañarse en los ríos es la tercera de estas prohibiciones o mitos muy apegado a la celebración de la semana santa.
Según los mitos latinoamericanos, especialmente en Colombia, se cree que cuando una persona se baña en los ríos los días jueves y viernes santo, corre el peligro de convertirse en una mítica criatura o en una “Sirena” exactamente.
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No vestirse de rojo.
El mito es extremo. Según la creencia popular, el rojo es el color de la bestia y si la persona lo usa en Semana Santa, atrae la presencia del diablo.
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No barrer ni clavar clavos en Viernes Santo.
Se cree que en semana santa no se debe utilizar clavos porque fueron parte del sufrimiento de Cristo en la cruz y evitar atraer al diablo. Tampoco era recomendado pasar la escoba porque se consideraba una forma de “barrer la cara de Cristo y aleja la suerte del hogar”.