Recientemente han descubierto un insecto con sangre de dinosaurio en su interior, una garrapata que vivió aproximadamente unos 100 millones de anos en el pasado y fue desenterrada en un y asimiento de ámbar en Birmania.
Según han informado los científicos se trata de la especie de garrapata más antigua descubierta, actualmente extinguida, que data de 100 millones de años, en el período Cretáceo, época en la que vivieron los dinosaurios. De las muestras encontradas, han sido cuatro los ejemplares de garrapatas pertenecientes a una especie hasta ahora desconocida, dos de ellas en la misma pieza de ámbar. Una de las cuatro habría estado llena de sangre, de tal manera que habría multiplicado su tamaño.
Sobre lo que se ha pronunciado el investigador principal Enrique Peñalver, científico del Museo Geominero del Instituto Geológico y Minero de España, en declaraciones a la corporación de comunicaciones de Rusia “RT”, la cuarta garrapata que había estado hinchada de sangre no se encuentra completa, el ámbar se rompió y los sedimentos degradaron el interior.
Algo muy importante es el hallazgo de la sangre en el interior de el animal, sangre que pertenecer a los dinosaurios de donde se alimento, lo que a su vez puede significar la posibilidad de analizar y conocer mas de la genética de los antiguos saurios por medio de esta sangre.
Frente a esta posibilidad se ha pronunciado el científico Enrique Peñalver, de la misma manera argumentando que la sangre en el interior de las garrapatas halladas, serán muy difíciles de analizar y a su vez cree también que “estos ejemplares en concreto se pueden asociar con los dinosaurios”. En primer lugar se tiene constancia de que las garrapatas son generalistas, es decir, que se alimentan de diversidad de animales, por lo que al convivir con los dinosaurios, estos habrían estado entre sus alimentos. Pero además, la presencia de una garrapata sujeta a una pluma de dinosaurio y de restos de escarabajos que se encontraban en los nidos de aquellos, hace que se pueda tener la certeza.
En la investigación, publicada ayer por ‘Nature communications‘, han participado científicos del Museo Geominero de España, de la Universidad Complutense de Madrid, de la Universidad de Barcelona, de la Universidad Jaume I de Castellón (España), del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York y de la Universidad de Oxford.