Cuando nos paramos sobre la orilla del mar y miramos hacia la lejanía, por lo general vemos como el agua marina se une al azul del cielo en una visión de embudo que nos muestra como si este punto de vista fuera el final del mar y del cielo. Algo que para muchos es por la capacidad de nuestra visión sobre el espacio geográfico, pero que puede tener otra causa en la forma de nuestro globo ocular.
La visión a la lejanía se puede definir en algunos casos como borrosa y en algunos otros como visión con percepción de terminación o fin en forma redondeada, y en este caso especial la forma redondeada como miramos los objetos a la distancia desde un punto determinado. Un fenómeno que puede tener su origen en la forma del globo ocular, específicamente en la forma redondeada de nuestro globo ocular y la forma en que este capta la luz y la procesa tras esta forma redondeada.
El ojo es un órgano que detecta la luz para procesarla y darle el sentido de la vista a los seres humanos y otros animales. Este funciona gracias a que transforma la energía lumínica en señales eléctricas y las envía al cerebro a través del nervio óptico dándonos la percepción o el sentido de nuestro espacio en donde nos encontramos en forma de imágenes cerebrales; pero para que esto ocurra primero la luz debe pasar a través de una lente llamada cristalino, la cual ajusta la distancia, luego a un “diafragma”, que se llama pupila, cuyo diámetro está regulado por el iris, y un tejido sensible a la luz, que es la retina.
En algunos casos estas señales arrojadas por el cerebro se perciben de forma redondeada a la distancia o en forma borrosa, algo que tiene su origen en la lente llamada cristalino y en la forma redondeada de nuestro globo ocular. La luz penetra a través de la pupila, atraviesa el cristalino y se proyecta sobre la retina, donde se transforma, gracias a unas células llamadas fotorreceptoras, en impulsos nerviosos que se trasladan, a través del nervio óptico, al cerebro para procesar y recrear las imágenes de nuestro espacio. Sin embargo, en el momento en que la luz penetra el lente llamado “Cristalino” y se proyecta sobre la retina para ser transformada en impulsos nerviosos, en este justo momento la información transmitida por la lenta y captada por la retina se transforma en una información errónea por la cantidad de la luz que penetro nuestra lente, luz que proviene de los objetos o el espacio más distante a nuestro órgano visual.
Esta podría ser la simple causa como nosotros percibimos que el mar se junta con el cielo cuando nos ubicamos en la orilla del mar y moramos en el horizonte o cuando miramos en la oscuridad una bombilla de luz a una distancia considerable. La cantidad de luz en las horas de la noche es menor, por lo tanto miramos todas las bombillas en su gran mayoría de forma redondeada o miramos la unión de las aguas del mar con el cielo.