Increíble es una frase que no podría describir las grandes características que tienen los colibríes, ya sea por su manera única de sostenerse inmóviles en el aire, por sus llamativos colores y otras características exclusivas, los colibríes son una auténtica joya de la evolución. Pero ¿nos hemos parado a pensar alguna vez en la parte negativa? ¿Cuál es el precio de ser un colibrí?
Las características que poseen estas aves, sin duda que las convierten en asombrosos organismos vivos en nuestro planeta. Muchos podrían argumentar que estas son las aves más excepcionales del planeta, y no faltan razones para pensarlo: cuando hablamos de los colibríes, con unas 330 especies distribuidas principalmente en América tropical, no hay comparaciones que valgan. Los colibríes son los auténticos maestros del vuelo, capaces de aletear hasta más de 70 veces por segundo consiguiendo un dominio absoluto del medio aéreo, donde no hay acrobacia u otro mecanismo orgánico descubierto que lo supere en nuestro planeta (Tierra).
La capacidad que poseen los colibríes de controlar de forma total su locomoción en la columna de aire, esto les permite permanecer suspendidos en un punto fijo, algo que ningún vertebrado volador es capaz de emular siquiera con un ápice de la precisión que demuestran estos animales privilegiados.
Dentro de su dieta alimenticia esto animales recolectan el néctar de ciertas flores del cual se alimentan utilizando las diferentes formas adaptadas en sus picos, los cuales se componen de algunos muy largos y otros bastantes cortos. La capacidad de sostenerse en un punto fijo, unido a un pico y lengua que funcionan con una magnífica precisión les garantizan acceder a ese néctar sin necesidad de tocar o apoyarse en la flor.
La característica de ser las aves con el vuelo más rápido en la tierra tiene además de gran admiración “una gran maldición”. La “Trágica maldición” que tiene tienen los colibríes en sus vidas radica en que un colibrí por mover sus alas tan rápido deben ser pequeños y ligeros (unos cinco gramos por término medio) Esa es la única manera de que tan particular sistema de vuelo sea viable, ya que si aumentáramos el tamaño del cuerpo y su masa, las alas no podrían moverse a la velocidad suficiente para mantener el vuelo suspendido.
Biológicamente encontramos el problema en que a los animales homeotermos (conocidos como “de sangre caliente”) de pequeño tamaño les cuesta mucho más trabajo mantener su temperatura corporal (40ºC en el caso de las aves) por lo que su metabolismo basal, incluso en total reposo, ya es muy alto. Si a esto unimos la cantidad de energía que necesitan sus diminutos músculos para conseguir esas frecuencias de 70 aleteos por segundo, el consumo de energía se dispara de forma escandalosa.
Al igual, el ave para hacer viables estas hazañas musculares, necesita alimento y oxígeno de forma que se debe bombearse a través del sistema circulatorio a un ritmo igualmente espectacular: el corazón de los colibríes bombea sangre a más de 1200 latidos por minuto, el récord absoluto en frecuencia cardíaca de los vertebrados. En conjunto, los colibríes tienen el honor de alcanzar las tasas metabólicas más altas de la biosfera terrestre, consumiendo energía en proporción a su masa corporal a una velocidad que, simplemente, es insuperable por ningún otro organismo biológico en la tierra.