Una nueva investigación revela que, hace miles de años, el tatuaje en el Valle del Nilo no era sólo estética, sino un desesperado intento de protección espiritual y cura médica para los más pequeños.
Durante décadas, los secretos de la antigua Nubia permanecieron invisibles bajo la piel momificada de sus habitantes. Ahora, gracias a la tecnología de imágenes multiespectrales, la historia ha reaparecido. Un equipo liderado por la Dra. Anne Austin (UMSL) y la Dra. Brenda Baker (ASU) ha publicado en la revista “PNAS” un hallazgo que desafía nuestra comprensión de la infancia en la antigüedad: la práctica sistemática de tatuar a niños pequeños, incluso menores de tres años.
Más allá de la estética
Al examinar restos de los cementerios de Semna South y Kulubnarti (Sudán), que datan entre el 350 a. C. y el 1400 d. C., los investigadores encontraron símbolos cristianos y patrones de puntos en 25 individuos. Lo sorprendente no fue el hallazgo en sí, sino los destinatarios: bebés y niños pequeños.
“Tenemos a un niño de un año con tatuajes y a otro de tres años con múltiples capas de tinta”, explica Austin. Esto sugiere que el proceso era recurrente. Pero, ¿por qué someter a un niño a este dolor?
Para determinar esta hipótesis, el equipo examinó más de 1.000 individuos provenientes de las excavaciones de la UNESCO de los años 60. La tecnología multiespectral permitió identificar tatuajes subcutáneos invisibles al ojo humano en 25 individuos, revelando una prevalencia significativa en niños menores de 3 años.

Medicina mágica y religión
La respuesta parece residir en la supervivencia. Muchos tatuajes aparecen sobre articulaciones o en la frente, zonas asociadas a dolores crónicos. En una región azotada por la malaria, estas marcas podrían haber funcionado como “tatuajes medicinales”, una antigua forma de acupuntura permanente o ritual mágico para bajar la fiebre y tratar el dolor. Además, los símbolos religiosos, como cruces en la frente, marcan el inicio de una tradición cristiana de protección que aún resuena en el noreste de África.
Lo que alguna vez pareció un adorno, hoy se revela como la huella indeleble del cuidado y la fe de unos padres intentando proteger a sus hijos en un mundo hostil.