Uno de los grandes secretos del mundo se escondía en medió de las enmarañadas raíces de los grandes arboles de la espesa selva amazónica, grandes líneas geométricas cavadas y unidas para formar diseños maestros que hoy conocemos cómo geoglifos del estado de Acre en Brasil.
Los primeros ocho geoglifos fueron descubiertos en 1977 tras una deforestación llevada a cabo para uso agrícola cerca de la capital de Río Branco, pero no fueron estudiados detalladamente hasta el año 2005, cuando la Universidad Federal de Acre, la Universidad Federal de Para y el Museo Paraense; Empezaron a realizar excursiones al lugar con finés científicos.
La investigaciones realizadas por estas instituciones Brasileñas con colaboración además de los investigadores de las universidades de Reading y Exeter, del Reino Unido fueron publicadas en la revista científica Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS). y concluyeron lo siguiente:
“Hemos reconstruido pruebas del medio ambiente de la región donde se ubican los geoglifos y encontramos trabajos realizados en tierra donde había bosques plantados por el hombre. Se encontraban dentro de los bosques creados por el hombre, que habían sido previamente administrados por milenios”.
Según esta explicación también se deduce que estos lugares fueron utilizados como centros de intercambio comercial entre algunos pueblos amazónicos, lo cual a su vez deduce que se poseía una estructura comercial bien organizada entre las comunidades amazónicas regidas por algún sistema de cambio bien jerarquizado.
Además, estos a pesar de servir como centros comerciales también referenciales para que los pueblos se reunieran, estos sitios también se emplearon para otras actividades sociales como las ceremonias religiosas y las actividades culturales como los deportes propios de estas comunidades que convivieron en la amazonia.