La formación de los estados nacionales europeos modernos (excepto Holanda e Inglaterra) comenzó con la Revolución Francesa . Hasta ese momento la noción de estado nacional era idéntico al de monarquía. La nación era propiedad del soberano reinante. Esta forma legal anticuada, herencia directa del feudalismo, entraba en conflicto con las nuevas relaciones surgidas del ascenso de la burguesía.
El año 1848 marcó el punto de inflexión de la cuestión nacional en Europa. En medio de las llamas de las revoluciones, aparecieron bruscamente las ahogadas aspiraciones nacionales de alemanes, checos, polacos, italianos y magiares.
De haber triunfado la revolución, habría abierto el camino para solucionar por métodos democráticos el problema nacional en Alemania y en todas partes. Pero como Marx y Engels explicaron, la burguesía contrarrevolucionaria traicionó la revolución de 1848. La derrota de la revolución obligaba a resolver el problema nacional por otros medios.
- La unificación de Italia
La península Itálica estaba dividida en varios reinos y Estados: el reino de las Dos Sicilias, en el sur; el Estado Vaticano, en el centro; el Imperio Austrohúngaro, en el nordeste; el reino de Piamonte y Cerdeña, en el noroeste, y otros pequeños reinos en el centro. En 1848, grupos republicanos nacionalistas, encabezados por Giuseppe Mazzini y Giuseppe Garibaldi, se hicieron del poder en varias ciudades de Italia, pero fueron derrotados. En 1860, el proceso de unidad fue liderado por el reino de Piamonte y Cerdeña, encabezado por el rey Víctor Manuel y su ministro, el moderado Cavour. Mediante una hábil política diplomática, Cavour logró la unificación de Italia, que se completó en 1870 con la toma de Roma, el 20 de septiembre.
El proceso no estuvo exento de conflictos, debido a que el Papado y algunos grupos conservadores del sur de Italia entendían que la unificación les haría perder su poder local. El caso italiano es una clara muestra de la heterogeneidad de las naciones. Para el momento de la unificación, no más del 2,5% de sus habitantes hablaba italiano, mientras que el resto hablaba lenguas totalmente diferentes. Esto le hizo decir a Massimo d‘Azeglio, uno de los artífices de la unificación: “Hemos hecho Italia, ahora tenemos que hacer a los italianos”.
- La unificación de Alemania
En Alemania, el proceso de unificación se inició con la decisión que Prusia tomó, en 1828, de organizar una unión aduanera, el Zollverein. El propósito de esta medida era facilitar el transporte de mercaderías y aumentar su volumen. Esta unión aduanera se creó en 1834.
Estaba compuesta por dieciocho Estados del centro y del sur de Alemania e incluía 23 millones de habitantes. Prusia obtuvo importantes ventajas económicas de esta medida, que eliminó las barreras aduaneras internas y amplió el mercado alemán limitando la importación de productos del resto de Europa. Esta decisión fue el precedente más sólido para la unificación política.
Las revueltas de 1848 hicieron que Federico Guillermo IV, el rey de Prusia, prometiera trabajar por una Alemania unida. Una asamblea se reunió en Francfort para discutir la composición del nuevo Estado. Sin embargo, el Rey rechazó el título de emperador que le ofreció la asamblea y provocó su disolución.
El constructor de la unificación alemana fue Otto von Bismarck (1815-1898), primer ministro y canciller del gobierno prusiano desde 1862. Bismarck, conocido como el canciller de hierro, buscaba lograr la unidad de Alemania bajo la hegemonía de Prusia y establecer una política centralizada en los aspectos diplomático y militar.
La unificación de Alemania se logró en 1871, luego de los enfrentamientos entre la Confederación Germánica, Prusia y Austria (1866) y una vez finalizada la guerra franco-prusiana (1870-1871), en la que Prusia obtuvo la victoria. En 1871, el rey Guillermo I de Prusia fue nombrado káiser (“emperador”) del Segundo Imperio Alemán. En ese momento, los Estados independientes del sur de Alemania se unieron a los demás y quedó proclamado el nuevo reino. Bismarck fue destituido en 1890.
- Polonia.
Finalizando el siglo XIX parecía haberse solucionado lacuestión nacional en Europa Occidental. En 1871 después de la unificación alemana e italiana, parecía que la cuestión nacional en Europa estaba limitada a Europa del Este, y con un carácter más explosivo en los Balcanes, inmersos en las ambiciones territoriales y las rivalidades entre Rusia, Turquía, Austro–Hungría y Alemania, éstas llevarían inexorablemente a la Primera Guerra Mundial.
En el primer período aproximadamente desde 1789 a 1871, la cuestión nacional jugaba aún un papel relativamente progresista en Europa Occidental.
Pero en la segunda mitad del siglo XIX el desarrollo de las fuerzas productivas bajo el capitalismo comenzaba ya a superar los estrechos límites del estado nacional. Se manifestaba en el desarrollo del imperialismo y la irresistible tendencia hacia la guerra entre las principales potencias.
Las guerras balcánicas de 1912-13 marcaron el punto y final de la creación de estados nacionales en Europa suroriental. La Primera Guerra Mundial y el Tratado de Versalles (con la excusa de defender el “derecho de las naciones a la autodeterminación”) acabó la tarea al desmantelar el Imperio Austro–Húngaro y garantizó la independencia de Polonia y la consolidación de los primeros Estados Europeos.